Monique Bastiaans is a renowned Dutch artist with an extensive career that has positioned her as an international reference in the field of art installations. Her work is characterized by a profound connection with nature and a strong commitment to sustainability, transforming her proposals into spaces for reflection on the relationship between humans and their environment.
Throughout her career, Monique Bastiaans has developed a unique visual language in which organic and recycled materials take center stage. These materials are transformed into installations that engage with their surroundings and question society’s disconnection from biodiversity. Her projects, always imbued with sensitivity and symbolism, invite us to revalue the greatness of small things, highlighting the urgency of reconsidering our coexistence with the natural world.
Recognized internationally for the poetic and ethical dimensions of her work, Monique Bastiaans is an essential figure in contemporary art, capable of articulating beauty, critique, and sustainability in each of her creations. In proposals such as The Sixth Silence, she not only addresses the global ecological crisis but also opens a space to imagine futures more respectful and harmonious with the planet.
On the other hand, Reflective Realms, a proposal by cisma.art, shares with The Sixth Silence the challenge of dislocating art and proposing an experience outside traditional spaces. Under the glass of the minimalist cube that constitutes Reflective Realms, the echo of fragility evoked by The Sixth Silence resonates. This work directly references the sixth mass extinction on the planet, a phenomenon that underscores the drastic loss of biodiversity and our disconnection from nature. Although distinct in their conception, both projects converge on a key point: reflecting on our relationship with the natural environment and the spaces we inhabit.
“The field glimmered beneath the quiver of the breeze” Juan Ramón Jiménez
This verse bridges the serene beauty of the environment and the fragility evoked by the vegetal remnants in Monique’s work. Both are situated in spaces of introspection: the cube as a conceptual mirror and the organic materials as vestiges confronting us with the consequences of our actions.
In Reflective Realms, the cube not only reflects the landscape but transforms it into an active participant in the artistic process. Similarly, The Sixth Silence uses vegetal remnants to make visible the disconnection between humans and the ecosystem upon which we depend. This gesture underscores how the small and seemingly insignificant —the diversity of a plant, the trembling of a leaf— can contain an immensity of meanings. Both invite us to think of art not as something confined by walls or institutions, but as a subjective and deeply personal experience that connects the visible with the invisible, the material with the intangible.
The tension between visibility and invisibility, so present in the glass cube, is also found in The Sixth Silence, where what is absent —the lost biodiversity, the eroded respect— assumes a powerful presence. Both works become metaphors for our minds and our perception: transparent and complex spaces where imagination and reality converge. Ultimately, they invite us to rethink our attitudes toward the environment.
If diversity is nature’s greatest virtue, as The Sixth Silence suggests, the cube must become an emblem of that diversity, reflecting a world as vast as the possibilities of our imagination. We must reconcile ourselves with natural balance, not as mere spectators but as active participants in a system of which we have always been a part.
Toni Calderón. Historian and Art Critic
Monique Bastiaans es una destacada artista neerlandesa con una amplia trayectoria que la posiciona como referente internacional en el ámbito de las instalaciones artísticas. Su obra se caracteriza por una profunda conexión con la naturaleza y un firme compromiso con la sostenibilidad, convirtiendo sus propuestas en espacios de reflexión sobre la relación entre los seres humanos y su entorno.
A lo largo de su carrera, Monique Bastiaans ha desarrollado un lenguaje visual único, en el que los materiales orgánicos y reciclados son protagonistas, transformados en instalaciones que se relacionan con el entorno y cuestionan la desconexión de nuestra sociedad con la biodiversidad. Sus proyectos, siempre cargados de sensibilidad y simbolismo, invitan a revalorizar la grandeza de lo pequeño, subrayando la urgencia de replantear nuestra coexistencia con el mundo natural.
Reconocida internacionalmente por la dimensión poética y ética de su obra, Monique Bastiaans es una figura esencial en el panorama artístico contemporáneo, capaz de articular belleza, crítica y sostenibilidad en cada una de sus creaciones. En propuestas como El sexto silencio, no solo aborda
la crisis ecológica global, sino que también abre un espacio para imaginar futuros más respetuosos y armónicos con el planeta.
Por otro lado, Reflective Realms, una propuesta de cisma.art, comparte con El sexto silencio el desafío de desubicar el arte y proponer una experiencia fuera de los espacios tradicionales. Bajo el cristal del cubo minimalista que conforma Reflective Realms, resuena el eco de la fragilidad que propone El sexto silencio. Esta obra hace referencia directa a la sexta extinción masiva en el planeta, un fenómeno que evidencia la drástica pérdida de biodiversidad y nuestra desconexión con la naturaleza. Aunque ambos proyectos son distintos en su concepción, convergen en un punto clave: la reflexión sobre nuestra relación con el entorno natural y los espacios que habitamos.
“El campo cristaleaba tras el temblor de la brisa”
Juan Ramón Jiménez.
Este verso es un puente entre la belleza serena del entorno y la fragilidad evocada por los restos vegetales de la obra de Monique. Ambos se sitúan en espacios de introspección: el cubo como un espejo conceptual, y los materiales orgánicos como vestigios que nos confrontan con las consecuencias de nuestras acciones.
En Reflective Realms, el cubo no solo refleja el paisaje, sino que lo transforma en un actor activo del proceso artístico. De manera similar, El sexto silencio utiliza restos vegetales para hacer visible la desconexión entre los humanos y el ecosistema del que dependemos. Este gesto subraya cómo lo pequeño y lo aparentemente insignificante —la diversidad de una planta, el temblor de una hoja— puede contener una inmensidad de significados. Ambos nos emplazan a pensar el arte no como algo confinado por muros o instituciones, sino como una experiencia subjetiva y profundamente personal que conecta lo visible con lo invisible, lo material con lo intangible.
La tensión entre visibilidad e invisibilidad, tan presente en el cubo de cristal, también se halla en El sexto silencio, donde lo que está ausente —la biodiversidad perdida, el respeto erosionado— cobra una presencia poderosa. Ambas obras se convierten en metáforas de nuestra mente y nuestra percepción: espacios transparentes y complejos, donde la imaginación y la realidad convergen. En última instancia, nos invita a repensar nuestras actitudes hacia el entorno. Si la diversidad es la mayor virtud de la naturaleza, como señala El sexto silencio, el cubo debe convertirse en un emblema de esa diversidad, reflejando un mundo que es tan vasto como las posibilidades de nuestra imaginación. Debemos reconciliarnos con el equilibrio natural, no como meros espectadores, sino como participantes activos de un sistema del que nunca dejamos de formar parte.
Toni Calderón. Historiador y crítico de arte